11 may 2007

Tíbet


Tierra de alturas, desafios y resintencia, la luz y el color de sus montañas sugieren visitar tan sublime panoráma. El tíbet impone su ritmo, algo tan inmaterial como el aire advierte que no estas en cualquier lugar del mundo, sino en su cima. La luz intensa que hace densos y puros todos los colores y que condiciona toda la percepción del paisaje tibetano.Los colores de la cumbre del silencio invaden la retina. Lhasa la "tierra de dios" nos muestra todo el Potala, su grandeza y su belleza palida rompen la persistencia monotona de la montaña. Es el palacio de los Lamas. El tíbet es sumergirse en otro tiempo, la indumentaria, los rituales ancestrales y su distancia con los estándares del mundo desarrollado nos traslada a tiempo del pasado (si los chinos nos lo permiten claro es).

Es el país de los templos en penumbra, de la calma. Un horizonte perdido.

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