¿En qué se diferencian los hombres de los animales? ¿Y en qué se nos parecen? La exposicion Betes aet hommes, abierta al publico en un antiguo matadero del parque pariense de la Villette hastal 20 de Enero, se interesa por contar la historia de unos y otros, poniendo enfásis en la "Y". En demostrar que ellos tienen su historia, muy a menudo dependiente de la nuestra pero, por una vez, contemplada desde su punto de vista o, cuando menos, por hombres que han intendado comprender la lógica del sapo, la vaca o la urraca. Obvio, si se tiene en cuenta cuánto hemos aprendido de los animales. La lima de uñas se inspira en las virtudes de la lengua de los gatos y algunas botas anfibeas toman como modelo las patas de los escarabajos.
En la Abntigua Grecia existía una forma de inteligencia, la metis, que nacía del contacto con los animales. Los griegos considerados listos era comparados con un pulpo. ¿Por qué? Porque esté se camufla, cambia de forma, se adapta a las que encuentra en la naturaleza. "Es de nuestras presas de las que aprendemos nuestras estrategias" , decía Ulises.
Los ecologistas se conforman con que convican. A lo largo del siglo XX, en nombre de una extraña alianza entre la razón y la fuerza, se ha justificado la conveniencia de olvidar las enseñanza de lenguas estimadas minoritarias; durante ese mismo siglo, por razones de supuesta lógica comercial, se han suprimido variantes de patata, tomates o vacas. A principios del siglo XXI vuelven, junto con las lenguas minusvaloradas, los tomates de color y forma distinta, las patatas de Noirmoutier o Belles de Fontenay. O las vacas marginadas (animales que adoró desde niña). En su día la Prim´Holstein parecía que tenía que dar más leche y carne que las bretonas, normandas,bearnesas, ferrandas o mirandesas, por sólo citarlas a ellas, pero hoy sabemos que cada una de esas, llamémosles "razas", se adapatan mejor al lugar y a las necesidades de los campesinos.
Al mismo tiempo que desaperecen especies- e idiomas-el hombre descubre con espanto que ni puede ni debe acabar con los mosquitos, las ratas, las arañas o las serpientes, que el planeta es de todos, pero que está obligado a aprender a compartirlo de otra forma sino fuese por muestras como Betes et hommes podría parecer que es demasiado tarde.
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