29 sept 2010

el encuentro de Descartes con Pascal joven.



Cuando leemos o estudiamos aun filosofo casi siempre cometemos el error de asumir su trabajo desde una perspectiva del presente y no desde el contexto donde se formuló su pensamiento. Todo esto me daba vueltas en la cabeza mientras contemplaba en la tele visión un programa sobre teatro. Me parecía genial la obra de teatro de la que hablaban, ya que me hizo pensar ,recapacitar en lo anterior citado y de paso borrar de la cabeza esa imagen aburrida y terrible que tenia de Descartes. Al cual ahora contemplo desde otro punto de vista. Un hombre que tuvo la osadía de proclamar un pensamiento liberador: pienso luego existo. En una época en la que dos todo poderosos como la iglesia y la monarquía absolutista pensaban por todos sus súbditos. La iglesia representada por Armand-Jean du Plessis ( el famoso cardenal  Richelieu) y la monarquía bajo la batuta de  Luis XIII de Francia. Un gran duo dominador frente al inventor del pensamiento moderno. 
Después de tan iluminado visionado hubo una pregunta en el aire. ¿ que seriamos y  mejor que hubiéramos alcanzado la civilización sin la censura a lo largo de toda nuestra historia?
El encuentro de Descartes con Pascal joven por Jean-Claude Brisville 
René Descartes (1596-1650) fue un filósofo, matemático y científico francés. Considerado como el padre de la filosofía moderna, sin duda, su obra cumbre es su Discurso del método.  
Blaise Pascal (1623-1662) fue un matemático, físico, filósofo y teólogo francés. Su trabajo científico abarca desde la construcción de una máquina de sumar hasta el estudio sobre el vacío, pasando por numerosos temas de índole matemática y física. De salud delicada, en cierto momento de su vida abrazó con fervor el jansenismo y poco a poco fue abandonando la ciencia por la religión. 
Estos dos filósofos se encontraron durante varias horas en el convento des Minimes en París, el 24 de septiembre de 1647. René Descartes tenía entonces 51 años y Blaise Pascal tan sólo 24, y se encontraba ya enfermo. No ha quedado ninguna huella histórica de lo que allí sucedió: Jean-Claude Brisville imagina así un diálogo figurado entre un Descartes racionalista, pragmático y mundano, y un Pascal atormentado por su delicada salud y sus ideas religiosas opuestas frontalmente a la Iglesia católica. René Descartes, óleo sobre lienzo de Frans Hals, 1649, Museo del Louvre Pintura anónima de Blaise Pascal, siglo XVII Descartes había aceptado la oferta de mecenazgo de la Reina Cristina de Suecia y se preparaba para realizar el que sería el último viaje de una atareada vida; de hecho,  murió de una neumonía en Estocolmo en febrero de 1650. Pascal estaba sumido en una profunda crisis existencial, y Brisville acentúa deliberadamente su “fundamentalismo jansenista", antagonista de la racionalidad de la ciencia, presentando a un personaje intransigente y atormentado. En la obra de teatro, Pascal solicita a Descartes que éste le reciba, aunque el segundo conoce y admira el trabajo científico de Pascal y deseaba reunirse con él. El escenario es austero, los personajes conversan sentados ante una mesa iluminada por unas velas, sin apenas acción. Lo importante es el duelo dialéctico, no el movimiento. Descartes habla del placer de no hacer nada, de su pereza... mientras que Pascal comenta sus escasas y malas horas de sueño y su falta de interés por la ciencia, con su afirmación “he dado ya demasiado de mi mismo a la ciencia”. Comienza un diálogo en el que Descartes defiende el inmenso poder de la ciencia, mientras que Pascal insiste en que “no dice nada acerca de Dios”, se obstina en sus peligros “porque nos enseña cosas insignificantes, mientras nos inclina al orgullo y al mal camino”. Pascal habla de dos personas, cercanas al abad de Saint-Cyran, que le han conducido a una nueva visión de Dios: profesa la doctrina jansenista, rival de la jesuita que es la “oficial” dominante. Aparecen debajo algunos trozos del diálogo – sobre todo concernientes a la ciencia y las matemáticas - entre ambos filósofos: 
DESCARTES: Concluiré que las matemáticas son, para todos los que saben contar, una fuente de certidumbre. [...] DESCARTES: ¿Es Vd., Señor, quién habla de ignorancia? PASCAL: Todo lo que he aprendido me la revela. [...] DESCARTES: Le comprendo cuando Vd. me habla de sus problemas, pero no cuando cuándo acusa a las ciencias. PASCAL: ¿Qué le han enseñado entonces? [...] DESCARTES: Es cierto que nuestra ciencia es aún pequeña, y que cuando miramos al cielo... PASCAL: Su silencio eterno me aterroriza. [...] DESCARTES: No creo pecar intentando ir más lejos en las matemáticas que me hacen presentir una representación del universo. (Un tiempo.) El sistema del mundo es quizás un sistema de números. ¿Sería para Vd. un escándalo pensarlo? PASCAL: ¿Ambicionaría Vd. ser el constructor de un universo completamente sometido a la geometría? DESCARTES: Como existe la mecánica allí arriba, me encantaría intentar su cálculo. [...] DESCARTES: Creo que Vd. dramatiza. Se puede garantizar su salud sin hacer sufrir las ciencias. Y ser un buen cristiano e interesarse por la geometría. 
La visita de Pascal pretende buscar el apoyo de Descartes,  en la defensa de Antoine Arnauld. Arnauld ha escrito un tratado “Sobre la comunión frecuente”, que los jesuitas no aceptan. Además, su apología de Jansen, obispo  de Ypres, ha excitado su furor, de manera que está en el punto de ser excluido de la Facultad de Teología y censurado por La Sorbonne, y corre peligro de ser encarcelado. Descartes decide no firmar una carta de apoyo a alguien cuya filosofía no comparte y acusa a Pascal de la denuncia por hereje del hermano Saint-Ange, un capuchino honrado que en cierta ocasión había salvado la vida a Descartes. Precisamente aludiendo a las continuas denuncias por herejía, Descartes afirma: “Si Señor, soy prudente, y cuando digo prudente... ¿Sabe Vd. que he trabajado tres años en un tratado donde apoyaba la opinión de Copérnico sobre el movimiento de la tierra alrededor del Sol? Pero cuando me enteré de la condena de Galileo por haber sostenido la misma tesis, he renunciado a publicar mi libro. Y sin embargo, como él, estoy seguro de que la Tierra gira alrededor del Sol. Pero pudiendo esta verdad ser para mi una fuente de problemas, he preferido no decirla”. Finaliza la obra con la acentuación cada vez mayor del desencuentro entre los dos personajes, Descartes no consigue que Pascal sea el continuador de sus trabajos: 
DESCARTES: Nuestra inteligencia es nuestra. El Creador nos ha dado su gerencia. Por última vez, apelo al poder de su espíritu. Empléelo. Aplíquelo a la ciencia en vez de combatirlas. PASCAL: No ha hecho más que hacerme tocar el fondo de mi ignorancia. DESCARTES: Y sin embargo Vd. sabe que el universo es función de la medida y del número. Espacio y tiempo que están ligados... si, ligados en el movimiento. Y se puede calcular el movimiento. PASCAL: Se puede. DESCARTES: ¿Aceptaría Vd. trabajar a partir de esta certidumbre? PASCAL: ¿A qué llegaría? ¿A una ecuación? No me haga Vd. reír. DESCARTES: A una ecuación, en efecto. A una ecuación donde vendrían a aclararse fundiéndose todas las leyes del universo. ¿No es nada esto? PASCAL: Todo hacia lo que aspiro está más allá de la matemática. [...] 
Jean-Claude Brisville (1922- ) es un escritor francés, dramaturgo, novelista y autor para público joven. Ha obtenido el Grand Prix du théâtre de l’Académie française en 1987 por el conjunto de su obra.  Jean-Claude Brisville, L’entretien de M. Descartes avec M. Pascal le Jeune, Actes Sud-Papiers, 1986.

Autor:Marta Macho Stadler (Universidad del País Vasco)

No hay comentarios:

Publicar un comentario