2 mar 2011

Turandot ( La princesa de Hielo)


"Turandot" la obra postuma de Puccini ,se estrenó dos años despues de la muerte del autor en Bruselas ,en la Scala de Milán el 25 de abril de 1926 con la particular anécdota de que el propio director, Arturo Toscanini, en la escena de la muerte de Liù, paró la orquesta y se dirigió a los asistentes al estreno diciéndoles que "Aquí se acaba la ópera del maestro, es en esta página cuando murió". El resto de la ópera fue compuesto, a partir de bocetos, por Franco Alfano, que respetó las ideas de Puccini. El libreto correspondió a Giuseppe Adami y Renato Simoni a partir de la obra de Carlo Gozzi.

Estamos ante una historia de amor. Turandot la princesa que no quiere enermorase de ningun hombre, y por esta causa es nombrada como la princesa de hielo, este personaje esta inspirado en el libro de las mil y una noches. El libreto de esta obra se divide en tres actos.


 Acto I

Todo sucede, en los tiempos legendarios de Pekín, cerca de la Ciudad Prohibida, el Mandarín lee un decreto imperial : cualquier príncipe que quiera casarse con la princesa Turandot deberá  tocar tres veces el gong  y resolver tres acertijos que ella proponga, en caso de fallar, morirá decapitado.
Su último pretendiente, el Príncipe de Persia, será ejecutado al salir la luna. Los sanguinarios ciudadanos ruegan al verdugo a que proceda con el acto, y entre la multitud convulsionada una joven esclava, Liù, pide ayuda cuando su anciano amo es tirado al suelo.
Un joven apuesto lo reconoce como su anciano y perdido padre, Timur quien fue despojado del trono Tartaria. Lleno de júbilo se reúne con él, pero le ruega no mencionar su nombre, por miedo a que los chinos puedan hacerles algo y le dice que sólo Liù ha permanecido fiel a él, el joven le pregunta a  ella por qué de dicha actitud. Ella responde que es porque una vez, hace mucho tiempo, el rey le sonrió.

Acto II
La muchedumbre nuevamente llora por la sangre, pero la luna emerge, y todos caen en un repentino y temeroso silencio. El condenado pretendiente camina hacia su ejecución, conmoviendo a los espectadores los cuales ruegan a Turandot perdonarle la vida. Turandot aparece y con un gesto despectivo, da comienzo al proceso de ejecución. La multitud escucha un llanto de muerte a la distancia. Pero en ese momento el Príncipe Calaf, la ve por primera vez en su vida y queda totalmente enamorado de ella. El siente la necesidad de ir a tocar el gong pero todos le recomiendan que no lo haga o será el próximo en morir. Avanza hacia el gong que proclama la llegada de un nuevo pretendiente. Los ministros de la princesa, Ping, Pang y Pong junto a Timur y Liù intentan desalentar al joven. Pero a pesar de sus súplicas, Calàf golpea el fatal gong y llama a Turandot.




Ping, Pang y Pong se lamentan por el sangriento reinado de de la princesa de hielo y rezan para que el amor conquiste su helado corazón para que la paz pueda regresar al imperio. Los ministros son llamados a la realidad por los gritos de la multitud reunida para escuchar las preguntas al nuevo aspirante. El anciano Emperador Altoum, sentado en un alto trono del Palacio Imperial, pregunta a Calàf si quiere renunciar a su intención, pero es en vano. Turandot entra y le cuenta la historia de su antepasado, la Princesa Lou-Ling, brutalmente asesinada por un triunfante príncipe; en venganza Turandot se ha vuelto en contra de todos los hombres, determinando que ninguno la poseerá jamás. Ella presenta su primera pregunta: ¿Qué nace cada noche y muere cada amanecer? “Esperanza”, Calàf responde correctamente. Desconcertada, continúa: ¿Qué es rojo parpadeante y cálido como una llama, pero no es fuego?, “Sangre”, responde Calàf luego de una pausa momentánea. Conmocionada, Turandot pronuncia su tercer acertijo: ¿Qué es como el hielo pero quema? Un tenso silencio prevaleció hasta que Calàf triunfantemente gritó “¡Turandot!”. Mientras la multitud daba las gracias, la princesa ruega a su padre no abandonarla a un extraño, pero es en vano. Calàf generosamente ofrece a Turandot un enigma propio: Di mi nombre antes del alba, pronuncia mi nombre y yo moriré, renunciare a mi vida.

Acto III

En el jardín del palacio, Calàf escucha una proclamación: bajo pena de muerte que nadie duerma en la capital del reino  (el famoso Nessun Dorma:
¡Que nadie duerma! ¡Que nadie duerma!
¡También tú, oh Princesa,
en tu fría habitación
miras las estrellas
que tiemblan de amor y de esperanza…!
¡Pero mi misterio está encerrado en mí,
¡Mi nombre nadie lo sabrá!. No, no
Sobre tu boca lo diré
(Puccini: Sólo cuando la luz brille)
Sólo cuando la luz brille
(Puccini: ¡solo sobre tu boca lo dire!)
¡Y mi beso fulminará el silencio
que te hace mía.!
Voces de mujeres
Su nombre nadie sabrá…
¡Y nosotras, ay, deberemos, morir, morir!
El príncipe desconocido
¡Disípate, oh noche! ¡Tramontad, estrellas! ¡Tramontad, estrellas!
¡Al alba venceré!
¡venceré! ¡venceré!

 

hasta que Turandot conozca el nombre del extraño. El príncipe reflexiona sobre su alegría inminente; pero Ping, Pang y Pong tratan sin éxito de sobornarlo para que se retire.



Como la temerosa muchedumbre amenaza a Calàf con sacar las dagas para descubrir su nombre, los soldados hablan acerca de Liù y Timur. Horrorizado, Calàf intenta convencer a la multitud de que nadie conoce su secreto. Cuando aparece Turandot ordenando al aturdido Timur a hablar, Liù llora y le dice a la princesa que ella es la única que conoce la identidad del extraño. Aunque, ella permanece en silencio. Impresionada por tal resistencia, Turandot pide a Liù que le revele el secreto; este momento es clave  puesto que Liù se  declara, que sabe el nombre pero niega revelar el secreto puesto que quiere "poseerlo ella sola"; se muestra fuerte ante la tortura y  desvela todo el sacrificio dispuesto a realizar por ella, es un ejemplo de la gran serenidad de una persona dispuesta a morir por no decir el nombre del príncipe; eso sí, sin dejar de advertir que la princesa acabaría cediendo al amor del desconocido . Liù arrebata una daga a uno de los soldados y se apuñala a si misma. Tras la muerte de Liù, el dolorido Timur y la multitud siguen su cuerpo hasta que es llevado afuera. Cuando todos se han marchado, el príncipe recrimina el porte frío de la princesa, recordando la sangre derramada , y afirmando rotundamente que todo ese " tu hielo es mentira". Ella le confiesa sus sensaciones cuando le vio por primera vez y cómo había vencido él, no con la prueba, sino con "esa fiebre que me viene de ti"... pero pidiendo que no siga más con el intento de tenerla en sus brazos, y conociendo la pasión física por primera vez, Turandot llora. El príncipe, seguro con su victoria, le dice su nombre: "soy el príncipe Calaf" mientras suenan las trompetas desde el Palacio. Tras la aclamación del pueblo al Emperador ,llega el momento en el que Turandot debe desvelar el nombre del príncipe extranjero: "su nombre es Amor", dice ella. El pueblo se muestra exultante de que la princesa haya alcanzado el amor y lo celebra ("Amor! O sole!, vita!,eternità!") en un final bastante emotivo.

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